“Nos estamos dirigiendo, ahora mismo, a una era de ópera espacial. Y nosotros seguramente somos los únicos que sabemos algo acerca de a lo que se enfrentan el Tío Sam y el Tito Khruschy”. Mientras que el líder soviético Khrushchev se alegraba por el satélite ruso Sputnik y la recién encontrada supremacía rusa en la carrera espacial, L. Ronald Hubbard convocó un ACC verdaderamente histórico. Siguiendo las huellas del “congreso más importante que nunca hayamos celebrado”, el Congreso de la Capacidad, el Décimo Noveno º ACC Americano se inició con un relato de los incidentes de la línea temporal completa implantados por las sociedades espaciales, las consecuencias para cualquier preclear y las implicaciones para la civilización. Una herramienta esencial para la solución de la auditación era el E-Metro, vuelto a introducir debido a los avances electrónicos que hicieron posible un nuevo E-Metro transistorizado: el Azul Americano. Sin embargo lo que hizo a este ACC monumental fue el Procedimiento de Clear, que era una sistematización de todos los procesos que se habían encontrado más funcionales cuando los aplicaban los auditores. Éste constaba de una serie exacta de pasos para lograr el estado de Clear. Y cuando esos auditores crearon no menos de quince Clears en el curso en sí, esa fue la culminación del logro de que otros auditores que no eran el señor Hubbard tuvieran la destreza, pericia y certeza para llevar a otros a Clear de forma rutinaria, estableciendo la base para el éxito en la única carrera que importaba; el clearing planetario.
Leer MásCreo que hemos conseguido el primer gran avance del hombre en este universo desde hace mucho, mucho tiempo.
Confrontar el estado más bien elevado de no hacer nada, pero muy sabio, del santo asiático, y de hecho participar en esto, y mirarlo con una especie de horror (el que la gente pudiera estar tan ociosa y saber tanto y hacer tan poco… ) y darse la vuelta por otro lado y confrontar la brutalidad de la ingeniería, tal vez fuera una disparidad demasiado grande en los dos lados. Y partiendo de un estado de conmoción y una incapacidad de reconciliarlos, hice lo que se ha hecho aquí... y hemos logrado el avance sensacional. – L. Ronald Hubbard
El 4 de octubre de 1957, una esfera de aluminio de 58 centímetros de diámetro y 83 kilos de peso salió de la Tierra a una velocidad de 8 kilómetros por segundo y, abandonando la atmósfera, trazó una trayectoria de órbita a 900 kilómetros por encima de la superficie del planeta. El satélite ruso Sputnik había entrado en la historia, y la “Era Espacial” había llegado.
Sin embargo, entre los gobiernos occidentales, para quienes el lanzamiento fue una completa sorpresa, fue más motivo de consternación que de celebración. Y cuando los soviéticos prosiguieron un mes después con un segundo satélite mucho más grande, el dominio comunista en esta nueva era pareció confirmarse, en particular cuando un apresurado intento americano de igualar el logro soviético acabó con un cohete Vanguard explotando dos segundos después de despegar el 6 de diciembre. De ahí que los líderes políticos estadounidenses se estuvieran poniendo nerviosos, haciendo frente a lo que creían que podrían ser unas graves consecuencias militares si se fracasaba en conseguir la supremacía espacial.
Ése había sido, entonces, el telón de fondo de los acontecimientos mundiales cuando L. Ronald Hubbard convocó lo que describió como “el Congreso más importante que jamás hayamos celebrado”, en los últimos días de 1957. Marcado por una serie de anuncios de avances sensacionales, el Congreso de la Capacidad es donde publicó nuevos datos sobre la fuente de los cuadros de imagen mental, la anatomía de Comenzar, Cambiar y Parar, y de especial relevancia debido a esos acontecimientos mundiales, los medios para la supervivencia de la Tercera Dinámica.
Y a renglón seguido del Congreso de la Capacidad, con una detallada exposición de la aplicación por parte de los auditores, llegó el Décimo Noveno Curso Clínico Avanzado Americano.Una vez más, si ese Congreso había sido histórico, el ACC iba a ser igualmente memorable. Porque los auditores, que habían volado para estar en el lugar donde el señor Hubbard iba a impartir uno de sus legendarios Cursos Clínicos Avanzados, estaban a punto de aprender más que unas pocas cosillas sobre la “Era Espacial” que ni el presidente estadounidense Eisenhower ni el líder soviético Khrushchev podrían ni siquiera haberse imaginado.
La fecha era el 20 de enero de 1958. El lugar, un magnífico edificio recubierto de hiedra en la esquina de la calle R y la calle 19 NW en Washington, D. C. Con una atmósfera cargada de una sensación de urgencia y expectación que pronto iba a ser más que colmada:
“Es muy divertido que en esta época esté saliendo tanta ópera espacial. En realidad, la ciencia ficción reestimula la ópera espacial. O la ópera espacial reestimula la ciencia ficción. Pero nos estamos dirigiendo, ahora mismo, a una era de ópera espacial. Y nosotros seguramente somos los únicos que sabemos algo acerca de a lo que se enfrentan el Tío Sam y el Tío Khrushy”.
Lo que siguió fue el fascinante relato del señor Hubbard de unos incidentes de la línea temporal completa implantados en los seres por las sociedades espaciales, las implicaciones para esta civilización y, concretamente, las consecuencias en cualquier preclear.
“Ustedes tienen algo de randomity como la que acabo de describir en ópera espacial y el tipo echa una cortina. Literalmente deja caer sobre ella un cuadro de imagen mental llamado 'cortina'.
“Bueno, por lo general lo toma de la línea temporal del pasado y por lo general sale de la ópera espacial. Y la cantidad de fuerza, explosión, duración y trastorno en uno de estos incidentes de ópera espacial haría palidecer a cualquier cosa que le pudiera ocurrir a alguien en estos momentos en la Tierra. Sería algo del orden de disparar a un tipo con un mecanismo de catapulta a doscientos mil kilómetros por hora, o algo por el estilo, contra un acantilado de piedra, ¿se dan cuenta? Ustedes tienen un montón de impacto, tienen esto y aquello. Así que la cantidad de salvajismo que ocurre en estos incidentes los hace muy resistivos. Así que ha hecho falta mucho, mucho tiempo para resolver esta cosa llamada campos y es todo un triunfo hoy en día ser capaz de resolver uno”.
Una herramienta esencial para esa solución fue la reintroducción de algo que ninguno de aquellos auditores había previsto: el E-Metro. Se había abandonado su uso 3 años atrás cuando Mathison (el fabricante) los había hecho demasiado complicados para que lo usara cualquiera salvo un ingeniero mientras que, al mismo tiempo, las reacciones de su aguja demostraron ser inadecuadas para los procesos avanzados que L. Ronald Hubbard había estado desarrollando para el clearing. Sin embargo, los avances en la tecnología electrónica ahora habían hecho posible un nuevo tipo de E-Metro transistorizado: de ahí, el avance sensacional del famoso E-Metro Azul Americano. Su uso ya había demostrado su efectividad, reduciendo dos tercios el tiempo de auditación, y por ello el E-Metro volvió a asumir su lugar apropiado como un componente indispensable para el logro con éxito del Clear y del Thetán Operante.
Sin embargo, a pesar de sus avances sensacionales en la investigación de la línea temporal completa y en las herramientas para los auditores, todos ellos avanzaron y culminaron en un avance que, en su aplicación, iba a marcar el Décimo Noveno ACC como algo histórico: el Procedimiento de Clear.Una sistematización de todos los procesos que el señor Hubbard había descubierto que eran más funcionales cuando se aplicaban a auditores, constaba de una serie exacta de pasos para lograr el estado de Clear. Y su base era un elemento que se encontraba en la esencia de todo ser, pues como lo explicó:
“Ahora, la participación en la sesión se trata aquí en Procedimiento de Clear, y quiero señalar que el eje central, el principal engranaje, el centro de la participación es la Ayuda, y este botón se limpia en el CCH 0, y ése es el botón en el que se pone el énfasis”.
Habiéndose establecido la participación, los auditores prosiguieron a través de los siguientes pasos del Procedimiento de Clear hacia la meta final de poner al preclear en Causa; pues eso era un Clear: un thetán que puede, a sabiendas, ser causa sobre Vida, Materia, Energía, Espacio y Tiempo, de forma subjetiva y objetiva. Mientras que para asegurar que captasen plenamente cada faceta del Clearing, el señor Hubbard les instruyó sobre los antecedentes, principios y factores mecánicos de éste:
Y de todo lo que había enseñado vino la culminación de todo por cuanto había trabajado; de hecho, su meta primaria en el entrenamiento de auditor desde la primera Fundación y Libro Uno. Pues dada la urgencia del clearing a gran escala, había establecido una condición particular: no iba a impartir adiestramiento personal. En vez de eso, los instructores por sí solos serían responsables de la supervisión del curso y de asegurar que los estudiantes supiesen auditar. Por lo tanto, cuando nada menos que 15 de esos 35 estudiantes selectos del ACC consiguieron alcanzar el glorioso estado de Clear durante el curso, con muchos otros estando bien avanzados en ese camino, eso marcó la culminación: otros auditores diferentes de L. Ronald Hubbard tenían la destreza, pericia y certeza necesarias para llevar a otras personas a Clear, para hacerles Clear de manera rutinaria, y de ese modo para establecer los cimientos para el clearing planetario.
Y esa, a fin de cuentas, era la única carrera que importaba. De ahí, la Operación Clear: “Llevarte a Clear a ti, después aclarar tu entorno, después aclarar el país”. Y como L. Ronald Hubbard declaró:
“Podrías decir que hemos estado haciendo tiempo como organización a la espera de este día. El día ha llegado. No necesitamos hacer más tiempo. Frente a un mundo que empeora, lo hemos logrado, sin importar lo que ocurra en la Tierra.
“Quod erat demonstrandum.
“Se puede hacer por ti”.